Las organizaciones escolares tradicionalmente han sido centros estáticos porque se suponía y se daba por hecho que el maestro sabía todo y no había que plantearse nada. Debido a los cambios sociales, tecnológicos, culturales, etc., esto ha cambiado y hay que resolver ciertas necesidades que tienen los alumnos.
Antonio Bolívar en Los centros educativos como organizaciones que aprenden: una mirada crítica (2000) nos explica que estas organizaciones que aprenden los que pretenden es crear dinámicas en los centros para que se junten los profesores y mediante diferentes actividades mejoren su formación y así los niños aprendan también más y mejor.
Hay que ir innovándose con la sociedad en un trabajo de proyectos conjunto. Con programas integrados y compartidos para el desarrollo, proyectos conjuntos que contribuyan a aprender y conseguir así el máximo rendimiento formativo para beneficio de toda la Comunidad Educativa, tanto alumnos como profesores.
Lo que le caracteriza es: la motivación continua por aprender, el compromiso por el autodesarrollo, el aprendizaje continuo, la autotransformación en contextos impredecibles , que tiene unos procesos y unas estrategias estructuradas, y facilitan y apoyan la mejora de las competencias.
Todo esto es importante porque además de reciclar el trabajo de los profesores para que estén al día y sean capaces de ver las distintas necesidades del momento, este trabajo se ve reflejado en el día a día con los alumnos y es muy favorable para ellos.
Hay que diferenciar entre un centro innovador y una escuela que aprende. El primero es aquél que se propone desde fuera del centro, por ejemplo por legislación, proyectos innovadores. En la segunda las ideas innovadoras se generan desde dentro, se crean dinámicas en las que los profesores se ponen de acuerdo y proponen innovaciones adaptadas a las necesidades y capacidades de los alumnos.
Pero claro, no es oro todo lo que reluce y para conseguir que un centro educativo sea una organización que aprende, es necesario superar distintas barreras.
Joaquín Gairín Sallán en Cambio de cultura y organizaciones que aprenden (2000) nos hace dos distinciones: una es las barreras de los individuos y otras son las barreras de la estructura del sistema.
En cuanto a las barreras que los individuos nos podemos encontrar están: la competitividad, que excluye la colaboración, la jerarquización vertical, el individualismo en las prácticas educativas, la falta de liderazgo positivo, etc. Pero como dice Bolívar “Si las pautas culturales son dependientes de las condiciones organizativas de trabajo, parecería ilógico que se atribuya al cambio de caracteres psicológicos individuales, exigiendo cambios personales y no del propio sistema” (Bolívar, 2000:144)
Otras barreras son las grandes maxificaciones en algunos centros del personal docente, siendo los claustros muy grandes y donde la comunicación por tanto es complicada. La descompensación en horas asignadas en los horarios, evitando así que pueda haber comunicación y programación entre los docentes del centro. Que nadie pide explicaciones por la falta de trabajo en equipo. Y además, no con ello menos importante, algo que sabe todo el mundo pero que además tampoco se le pone solución, la falta de preparación de algunos (no todos) preparadores de profesionales en el campo educativo o la ineficacia en el intento del trabajo colaborativo o en equipo.
Para superar esto, algunas de las condiciones que deberían cumplirse serían: sobretodo comunicación y coordinación entre los docentes e implicarse en el cambio. Elaborar unas normas y unos valores que sean compartidos por todos. Un liderazgo positivo, intentar tener el mando para tomar iniciativas. Una colaboración interna y externa. O tener una suficiente autonomía en la gestión. También eliminar la jerarquización en la toma de decisiones y que esta fuera horizontal.
También es muy importante hacer una planificación del antes, el durante y el después adaptándose a los intereses y necesidades de los alumnos y después analizar el estado de aprendizaje de la organización, es decir, hacer una autoevaluación. Para ello se considera importante la experimentación de nuevos enfoques y aprender de experiencias pasadas.
Las estrategias para llevar a cabo este proceso que se basa en el proceso y no en el resultado, primero tienen que ser individuales y después grupales para que se den los procesos de mejora. Además del compromiso de renovación de todos los miembros mediante la autorregulación y la autoevaluación, lo que implica tener una actitud abierta a la reflexión. También como estrategia es importante la coordinación y la ayuda entre los profesores (trabajo en equipo).
No hay comentarios:
Publicar un comentario