En la lectura de J.C.Torrego, hemos analizado los tres modelos de gestión de la convivencia que aparecen en los centros educativos.
- El modelo Punitivo, lo hemos encontrado en demasiadas ocasiones en los centros y en las aulas, aunque esto ha ido cambiando en los últimos años.
Este modelo que se basa en la aplicación de una sanción impuesta ante una falta, es poco eficaz y no consigue ningún resultado en el infractor, que normalmente suele reincidir.
- El otro modelo, el Relacional, no es el más habitual en los centros. Este modelo, aunque incorpora el diálogo, tiene la dificultad de que el conflicto se soluciona entre las partes implicadas, sin la intervención de ningún mediador, ni unas pautas orientativas.
- El tercer modelo, el Integrador, es el que en los últimos años se está instaurando y fomentando en los centros, ya que este modelo, además de tener en cuenta las ventajas del modelo anterior, incorpora otras mejoras como la incorporación del centro en la mediación del conflicto, un trato personalizado del mismo y la presencia de equipos de mediación.
Este modelo Integrador, lo pude observar y experimentar el año pasado en las prácticas de segundo. Aunque estaba con niños de Primaria de cinco años, ellos tenían muy claro el modo de proceder ante situaciones de conflicto.
Teniendo en cuenta que son niños de cinco años, sus faltas van en relación a la edad. En el momento que uno de ellos incumplía una norma conocida por todos, se sentaban en asamblea y debatían lo que había pasado. Con ayuda de la profesora que les servía de guía para el debate y llegar a una conclusión apropiada, eran ellos mismos los que imponían la sanción a su compañero. Además el “infractor” pedía disculpas a sus compañeros y a la profesora mediante un abrazo y con arrepentimiento.
Ejemplo real: “El infractor le quita un juguete a un compañero y se lo lleva a casa y dice que es de él”
La profesora, en principio intenta hablar con el infractor preguntándole a él
directamente y en privado si él tiene el juguete.
Ante la negativa de éste, realizan una asamblea para solucionar el conflicto. Toda la clase interviene, aportando entre todos los datos de los hechos.
Se llega a la conclusión de que el juguete no es de él y que tiene que devolvérselo. Además la clase impone la sanción, votada por mayoría, que ellos le llaman “la cárcel”, y tiene que cumplir dicha sanción que consistirá en dejar la clase ordenada y repartir a sus compañeros el material de clase necesario para cada día durante una semana. Si se porta correctamente esta sanción “salir de la cárcel”, se puede reducir si lo deciden por mayoría.
Y así era su forma de proceder para solucionar todo tipo de conflictos.
Además se ha de tener en cuenta que la mediación debe aparecer en el primer nivel.
La diferencia entre los tres modelos la encontramos en cómo se gestiona el conflicto.
Con respecto al vídeo, considero que todas las opiniones pueden ser válidas, teniendo en cuenta desde que punto de vista y en que bando se encuentre cada uno, ser profesor, ser padres, ser alumno. El límite entre ambas posturas es difícil de establecer.
Considero que lo mejor sería no imponer leyes ni normas para solucionar las cosas, pero ante determinadas conductas reiteradas y cada vez más frecuentes lo más rápido es crear unas normas que lo regulen.
Entiendo que si hubiese una buena educación de base, con respeto por los demás, la dignidad, unos valores democráticos, de justicia y de solidaridad, no estaríamos hablando de este debate.
Y con respecto a la escuela O’Pelouro, escuela integradora, puede ser un buen modelo de enseñanza, pero no tengo suficientes conocimientos ni información sobre ello para realizar una opinión válida.
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